Escribe: Jesús Mojo López
La educación es el problema y preocupación de todos los países subdesarrollados, mientras el futuro es la obsesión constante para los países desarrollados. La educación es hoy solo una expresión de la decadencia social, en cambio no es ya, la esperanza de formación de su juventud que la sociedad espera; en Latinoamérica es solo el rostro de pueblos subdesarrollados.
La formación universitaria pareciera ser ahora solo un aditivo de la juventud, más no el medio de desarrollo como individuo y mucho menos a través de este, el desarrollo de su sociedad. Pero ¿Qué se puede esperar de países que invierten una migaja en la educación de su juventud? ¿Qué espera en realidad la juventud de sus gobiernos? La respuesta es simple: Nada.
Las universidades de Latinoamérica son hoy tristes ínsulas aisladas a la investigación, aisladas a su mismo entorno social, y sobre todo con bajísimos índices de intercambio estudiantil; o sino preguntémonos ¿Cuántos jóvenes universitarios de Latinoamérica están en Europa o Norteamérica o cualquier otros lugar? Los índices son deprimentes.
Estas nuestras universidades son cárceles del conocimiento instaladas con libros de hace dos o tres décadas; y en el fono parecen ser universidades de historia en la que se revisa y estudia libros decadentes. Nos guste o no, vivimos en la era del conocimiento, pero que tan poco sabemos entender de esto en esta parte del mundo, donde los países que invierten más en su educación son los que producen bienes y servicios en cantidad y calidad, e irónicamente además, estos países son los que carecen de materia primas y los que lo tiene en abundancia como son los países de Latinoamérica tienen altos índices de pobreza. Por ello, debe entenderse bien, que el grado de desarrollo de un país esta en el cerebro de su gente, por ello mientras mas gente analfabeta en un país mas atrasado será esta. Solo el 27% de la juventud en Latinoamérica esta en la universidad, comparado con el 69% en los países industrializados. ¿Por qué pocos llegan a la universidad? La respuesta es simple: Mala educación a partir de un mal plan curricular con cursos obsoletos e innecesarios como religión o ingles ¿Qué hace un estudiante de secundaria en un país de libertad religiosa prescrita constitucionalmente aprendiendo cursos direccionados por el catolicismo? O ¿Qué hace este mismo estudiante aprendiendo un idioma extranjero sin antes haber aprendido un idioma originario? Latinoamérica es un paradigma del mal, sus habitantes se han vuelto en simple orangutanes que lo copian todo a la manera europea o norteamericana, la identidad con el pasado es solo un vacio sin fondo y la obsesión por descubrirla es también el atraso de muchos de estos países.
Pero. ¿Qué se puede esperar de la juventud en Latinoamérica? Si la mente de esta juventud es manejada por los medios de comunicación que favorecen a intereses oscuros, si esta misma juventud esta solo concentrada en aprender lo que le enseñan los efímeros maestros de la universidad y tomar apuntes ¿Qué se puede esperar? Si esta juventud no investiga ni lee ¿Qué se puede esperar? Si el cerebro de esta juventud es manejable, convencible y olvidadiza ¿Qué se puede esperar? Si esta juventud sabe más de modelos, cantantes, actores que de historia de su propio país. En fin, lo que Latinoamérica espera de su juventud es simple: Nada, sencillamente nada.
Lo que hace falta es revolucionar la visión de la educación en Latinoamérica, se requiere aprender de las experiencias de esos países que sobresalieron solo con el cerebro de su juventud, sin tener territorio suficiente y menos materias primas, pero que hoy son países industrializados.
No mas engaños a la juventud, no mas consuelos con presupuestos irrisorios a la educación, hay que preocuparnos en la educación de nuestra gente, solo eso nos encarrilara hacia el primer mundo. Pero también a esta juventud hay que darle un horizonte ideológico, ya que un hombre sin ella es un alma vacía. La conciencia por forjar una Latinoamérica mas desarrollada debe pasar por todos los cerebros de la juventud de este continente, no se necesita de todos, pero se necesita un pedazo de esta juventud empeñada hacia este fin.
La universidad debe ser el centro del movimiento de la juventud que debe forjar una Latinoamérica que avanza hacia el primer mundo, no se necesitan países sino se necesita del impulso de una juventud latinoamericana unida.
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