Un viaje para el olvido
Sacsahuamán: Cuando lo peruano ya no es de los peruanos

Sacsahuamán esta ubicado al norte de la ciudad de Cusco a 3470 m.s.n.m. El viaje vía terrestre desde la ciudad de Puno dura un poco mas de seis horas. Cuando se llega al Cusco; lo que a primera vista impresiona al viajero es la imponente figura de Pachacutec en las cercanías del Terminal terrestre cuzqueño.
Para escalar al Sacsahuamán se tiene dos opciones, la primera es el colectivo a abordar hasta “cristo blanco” y la segunda es aventurarse a escalar la gradería que conduce directamente al Sacsahuamán partiendo de la plaza de armas.
¿Pero que sucede cuando se llega allí? Algo imprevisto e inusitado. La entrada para los extranjeros es de 130 soles, para nacionales 70 soles, y estudiantes como éramos nosotros, 40 soles. Aquello debió ser un golpe mortal para nuestras pobrísimas economías. Aquello era un juicio sin antecedentes. Un obrero en el Perú gana por día, un aproximado de 20 soles, es decir, tendría que trabajar dos días para lograr pagar aquella entrada, reservándose el derecho a comer.
¿Cuál es la justificación para saldar tan inmensa economía para tan solamente poder observar lo que nuestros incas – sangre que hoy, los auténticos peruanos llevamos en las venas – construyeron sin siquiera tener presentimientos de que aquello que construían algún día de los venideros, iba a ser privatizada y ser utilizada como mercancía? No había ninguna clase de argumento solidó ni justificable para tan mañoso cobro que solo insita a que los peruanos no tengamos acceso a lo que por naturaleza herencial es nuestra.
Pachacutec el constructor de sacsahuamán nunca hubiera imaginado que su obra hubiera servido – siglos mas tarde – para el beneficio de algunos cuantos hombres de capital, que apropiándose de ella pudieran obtener ganancias que en aquellos tiempos eran inconcebibles.
Pagar 40 soles solo para poder observar por una media hora o una hora, aquellos muros que se yerguen imponentes y tétricos, es como un castigo sin haber cometido el delito. Cuando se pide argumentos por tan excesivo cobro, la respuesta es que es privada, cuando se insiste un poco mas, se nos dice, que ahí esta la policía para imponer orden. Así es.
¿Por qué razones perdimos el derecho a observar nuestras propias herencias? ¿Qué delito cometió el peruano para que no pudiera observar con libertad la obra de sus antecesores? ¿Por que los descendientes de los hijos del sol ahora somos privados de tantas cosas que lentamente nos han ido arrebatando con discursos engañosos y cautelosos? ¿Es la derecha Peruana la culpable de todo aquello? Las preguntas saltaban unas sobre otras. Los razonamientos nos llevaban a amargas conclusiones. Y en ese instante la sangre se nos encendía en las venas, aquellos era una injusticia, un castigo, un abuso de la privatización.
Por eso, antes de visitar sacsahuaman, trabaje dos días, sin comer, y vaya a experimentar la cólera que le despertara la privatización, vaya y visite sacsahuamán aunque ya no fuera literalmente nuestra; porque esta ahí aun imponiéndose al paso del tiempo.
Piense, observando sus muros: ¿Qué hubiera sucedido si aquello hubiera sido concluido en su integridad? ¿Cómo estaría hoy, si los conquistadores no hubieran llegado nunca? Es sin duda un desgarro de cólera, nunca se os perdonara la destrucción de Sacsahuamán a los conquistadores। Pero a pesar de ello, sigue ahí, quedan sus piedras eternas mirando al infinito en total libertad, aunque subjetivamente ya sea privada.


Escribe: Jesús H. Mojo López

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