La Crisis Universitaria desde el Grito de Córdoba

Escribe: Jesús Mojo López

La insurgencia ha vuelto a la aulas, los estudiantes hemos estado por mucho tiempo silenciados y la paciencia nunca es perpetua, algún día tendríamos que pregonar nuevamente una nueva reforma universitaria, no ya estancado como hemos estado en la autonomía, el cogobierno , la libertad de cátedra o la inserción de la universidad en la sociedad; el grito de Córdoba ha significado un gran salto en la historia universitaria y nos ha ayudado a entender el problema esencial de las universidades y cada cierto tiempo hemos recordado con cierta melancolía la valentía de aquellos compañeros que lucharon por darle una nueva imagen a la universidad, sin embargo aquellas voces lejanas desde 1918 resuenan casi moribundas en nuestros oídos después de casi un siglo; por ello mientras la juventud no sea consciente de su realidad estará condenada a padecer los abusos del poder, y lo que urge es renovar el pensamiento en el seno de la universidad y seguramente la intolerancia y la violencia crecerá con el tiempo mientras la juventud no sea participe de los asuntos sociales, porque tan fácil es teorizar y criticar cómodamente desde los asientos de la universidad y que tan difícil se ha hecho pragmatizar las palabras bellamente labradas y aun mas difícil es afrontar la realidad a través de la practica política. La universidad hace muchos años sigue siendo la misma, los problemas de forma y de fondo en nada han tenido un trascendental avance o al menos mínimamente han provocado una nueva perspectiva en los universitarios, mas al contrario se ha sentido profundamente la declarada incapacidad del estado por forjar una universidad con un nuevo perfil. Por ello, otra vez la juventud universitaria sale a gritos a las calles a decirle a la sociedad y al estado que hay un retroceso y es ineludible una crisis académica, estructural, e ideológica; por tanto es inminente el caos y el desastre universitario.

Las universidades latinoamericanas se han convertido en ínsulas aisladas, su fecunda dinamicidad se ha visto minada por la demagogia y, la profunda corrupción arrasa el corazón mismo de las universidades; el cogobierno de un modo alguno ha servido para comprar conciencias. El servilismo y el silencio sistemático ha sido una constante en los estudiantes, la mediocre calidad de enseñanza por parte de los docentes se ha afianzado con fuerza en las ultimas décadas; los jóvenes universitarios necesitamos y buscamos verdaderos maestros de la juventud, pero no los hay, encontramos mas bien docentes corrompidos y vendidos, docentes sin perspectiva y aislados en sus enseñanzas de antaño; no hay voces directrices que tengan la capacidad de conducir a una masa universitaria. Para transformar la universidad no se necesitan de muchos maestros sino mas bien de unos cuantos, esos unos cuantos para purificar el alma de una universidad hoy enrarecido, morboso y hasta totalmente infecundo.

¿Quién en nuestra universidad estudia los problemas económicos, sociales y políticos de nuestra actual sociedad? ¿Quién comenta y analiza la literatura, la sociología, la economía, la política revolucionaria o las nuevas ideologías? Todos parecemos vivir al margen de la realidad enfrascados mas bien en nuestras teorías, los tiempos nuevos nos ofrecen una matiz diferente de la realidad, los docentes y los estudiantes hemos aprendido una forma extraña de enseñar y aprender, recogemos y buscamos solo literatura del curso que enseñan o aprendemos; por tanto nuestra perspectiva mental no alcanza mas allá de lo que aprendemos en las aulas, docentes y estudiantes hemos caído en un rara rutina de aprender, por ello no hay un solo pensador, un solo renovador y menos un revolucionario.

La reforma universitaria se había propuesto lograr la libertad de cátedra; en ello se ha avanzado lentamente, pero todavía no se ha visto fortalecida la cátedra paralela y la cátedra libre. El estudiante no tiene la libertad de elegir de entre varios docentes sino más bien uno ya determinado, impuesto muchas veces de manera dictatorial; o por otro lado no hay la plena libertad de que un intelectual puede impartir sus conocimientos dentro de los claustros universitarios; en definitiva todos estos fundamentos tienen por objeto vincular la universidad con todas las corrientes de pensamiento sea de carácter social o científico. Hay cosas que no pueden cambiarse con un simple discurso ni con una sencilla manifestación de voluntad, hay la necesidad de entrometerse y comprometerse eficazmente con la crisis universitaria, y cada momento es un momento preciso para recomenzar el camino. En nuestra sombría universidad nos hace falta buenos maestros y faltan ideas. La universidad del hoy, es una universidad vieja, con métodos de enseñanza viejísimas, la universidad no ha aprendido a ser nómade y se ha convertido en un ente sedentario y putrefacto, probablemente la juventud afronte una enorme crisis de ideas debido a que se forma con una mentalidad apocada, limitada, poltrona, ramplona y sin grandes ambiciones ni mucho menos con grandes ideales, literalmente se la esta castrando a la juventud para adecuarla al sistema, pero una cosa es verdad, gran parte de la juventud universitaria no encuentra un lugar dentro de la sociedad en consecuencia su tarea fundamental es renovarla de manera que también pueda encontrar un lugar en ella, sin embargo nuestro tiempos lanzan a la calle una juventud mediocre, fanática de la cultura burgués tan poco identificada con su cultura y su identidad.

La gratuidad y el acceso a la educación universitaria han sufrido un bajón; en definitiva asistir a una universidad no es gratuito y el acceso se ha convertido en un asunto engorroso para los hijos de campesinos y obreros, sino hagamos un balance de que si verdaderamente la universidad es publica y para todos los estratos sociales, y veamos quienes verdaderamente predominan y manejan la universidad publica.

¿Hay inserción de la juventud universitaria en la sociedad? Probablemente la respuesta sea obvia ¿Por qué? Creemos firmemente porque no hay investigación y los laboratorios se han convertido en lugares anacrónicos y polvorientos, menos hay investigación social la cual pueda permitir proyectarse en el ámbito social ¿Dónde queda la universidad de los fines del siglo anterior? En ninguna parte. Antes el cerebro de la sociedad estaba en la universidad, allí se urgían las grandes transformaciones, hoy es una isla dentro de una sociedad, apartada de los problemas sociales, ciega del infortunio del pueblo, cerrada a los reclamos de la sociedad, hoy se esta formando una juventud sin dirección política, sin dirección de pensamiento, es decir un hombre sin alma, descarrilado, expuesto al infortunio y la desesperanza, preparada para ser un sujeto servil de poder.

Lo que sucede en una universidad, es lo que sucede también en otras universidades, el panorama es análogo; estamentos desorganizados y sin verdadera representación, dirigentes estudiantiles deslegitimados, docentes de ultima categoría y sin actualización permanente, administrativos desganados y sin voluntad por trabajar. Socialmente la universidad ha muerto o sencillamente no existe, el desorden y la desesperanza germinan en las aulas, la esperanza y la energía juvenil mueren lentamente sofocadas por un sistema totalmente absurdo que crea una realidad paralela a la verdadera realidad. Mientras no haya ideas que emerjan en el seno de una universidad, las crisis sociales se agudizaran hasta llegar a extremos de violencia inconcebibles, porque para un dialogo y un entendimiento hacen falta ideas y eso es lo que justamente esta en un proceso retrospectivo.

No hay marcha atrás, un proceso de reforma universitaria es urgente; una universidad con enfoques diferentes es inevitable, no ya aislado en sus enseñanzas importadas del occidente, sino una universidad de interculturalidad, en el que lo autóctono y lo venido de fuera puedan converger dialécticamente encontrando lazos de fraternidad de tal manera que podamos entrar en una nueva época de la historia universitaria.