¿Qué esta sucediendo en el Perú?

EL PERÚ es el país de las maravillas, de los sueños ilógicos, y es que la realidad se confunde con la ficción, me dijo un amigo mientras caminábamos por el campus de la universidad; no tome demasiado interés a su repentino comentario, la mayor sorpresa llego unos días después, cuando súbitamente la prensa escrita, televisiva, radial y demás, era el reflejo de un país convulsionado, de un país de violencia, de un país soberbio e intencionalmente altanero por los bajos índices que muestra su inflación, pero que dentro de ella se vive una realidad tan distinta como ajena, esa otra realidad improvisada que era reflejada al exterior; y esa verdadera realidad salio a la luz a través de la barbarie cometida en la amazonía, aquel horrendo e imborrable día fue el encuentro entre la pura ensoñación concebida y la gran depresión que vivía y vive nuestro país; de una sociedad marcada por asesinatos, de un país histriónico que invertía su mirada hacia el espectáculo de la bajeza humana, el asesinato, la venganza, a la ilógica obsesión por la sangre, a esa cruenta expresión humana, que es la intolerancia y el homicidio.
Primero fue el salvajismo de la amazonia; los peruanos sencillamente no podremos olvidar aquella mañana de terror, de crimen, de fogosidad desenfrenada, de muerte y sobre todo del ensañamiento de algunos seres humanos contra otros seres humanos, lo ocurrido en nuestra amazonia es la triste historia de los últimos tiempos, la triste realidad escondida y que finalmente – por su propios medios – detono trayendo consigo un torrente de dolor, sangre, desesperanza, cólera y pena. Pero ¿Quién o quienes fueron los personajes oscuros e invisibles que construyeron toda aquella sombría aventura sangrienta? Acaso no fue la enfermedad de la sordidez, el desentendimiento, la intolerancia, la desatención, la incomprensión, y todas estas generadas por talvez un único factor, que es la terquedad y el menosprecio del gobierno a esos pueblos milenarios que tonta y racistamente nos empeñamos en llamar aborígenes. “Un hombre que encierra injustamente a otro es él mismo prisionero de su odio. Nuestra tarea liberar a los oprimidos así como a los opresores, por que ambos han perdido su humanidad”, dijo alguna vez Nelson Mandela; e inesperadamente aquella mañana parece haber ocurrido aquello, ambos, tanto policías como protestantes parecen haber perdido su humanidad, recurriendo al salvajismo, proyectando su mas interior fiereza, dejando de lado su cerebro civilizado para retroceder a la era del oscurantismo en donde la violencia era la materia prima para conseguir un bien para satisfacer una necesidad. Lo que ocurrió allí, el ahora denominado “Baguazo”, es un dato mas para los libros de historia, una sencilla anécdota para los extranjeros, y para nosotros los peruanos, un atormentador recuerdo de que en nuestra patria estamos llegando a límites insospechados de violencia; el “Baguazo” es un claro ejemplo de lo que puede suceder cuando no existe el dialogo premeditado, esta lección aprendida debería no solamente valer para la conciencia de cada peruano, sino para la conciencia de todo ser humano que habita en este pequeño planeta que no es mas que un cúmulo de contrariedades y desentendimientos.
El “Baguazo” ese caso estrambótico -que perece haberse escapado de un libro de violentas leyendas-, es la humillante noticia para el ser humano, y es que ello muestra que el hombre aun no ha perdido su salvajada interior, que esa complejidad abrupta duerme dentro del ser humano pero no muere. La grave enfermedad de la que sufre nuestra sociedad es la de ser una sociedad en vías de acceder a una cultura de calidad; ya que el hombre si un mínimo de nivel cultural es fácil de manipular, de conducirlo a la maldad, o conducirlo hacia el camino del bien, eso dependerá de la buena voluntad del manipulador; por eso la enfermedad de la mala educación que adquieren nuestros niños es el factor primo de malas conductas del hombre y la sociedad en su conjunto, porque no se puede crear una sociedad apartada del conocimiento humano, y si lo hacemos, retrocedemos a las épocas incivilizadas y con ello a la violencia.
Luego de la atrofiante noticia del “Baguazo”, vino la escandalosa noticia del asesinato de una cantante que si bien no era tan afamada, con su cruenta muerte se hizo popular y su nombre resonó en cada conciencia, aunque por ese tiempo también resonó a nivel mundial la muerte de un cantante de talla mundial – Michael Jackson -. Pero tomamos mas atención a esa muerte intrigada quizá por una tercera persona, ya que el pueblo peruano en los últimos tiempos se ha ido acondicionando a su música ancestral, a la que antes despreciábamos por un complejo extranjerizante; el huayno es el símbolo de la música peruana, y es autentica, mas allá de la música criolla, que obviamente no tiene raíces peruana sino condicionada, y por ello sus cantantes son afamados y queridos; la muerte de Alicia Delgado fue un golpe para el Perú de cholos y mestizos. Hasta los diarios capitalinos acriollados más serios cayeron en la tentación de hacer de esta noticia, sus portadas. Esta inocente muerte acaeció en un buen momento para el gobierno, ya que muchas protestas populares fueron desapercibidas y no tuvieron una buena cobertura por parte de la prensa, en nuestra región paralizaron los transportistas, los mineros también hicieron lo suyo, aunque estos últimos consiguiendo buenas respuestas y soluciones, las cuales esperemos que se concreticen muy pronto; en el ámbito nacional: Simon Munaro daba sus últimos aletazos al frente de la presidencia del concejo de ministros, en el ambito internacional: Honduras era una replica del convulsionado Chile de 1973, un golpe de estado derrocaba a Manuel Zelaya de la presidencia, así, la muerte de una artista del folclore nacional atrapaba la mayoría de las portadas, muchas noticias quizá mucho mas importantes pasaban desapercibidas, y es que la mirada nacional se centro en un tema pasional como fue este; ahora y ya mucho menos agitados, podemos analizar ese tiempo de hipnotización social que sufrió nuestra patria, y podemos ver nuestras sensibles debilidades de la que sufrimos los peruanos, ya que no podemos dejarnos atrapar – como niños por un hermoso juguete, habiendo otros mas bellos- por un solo suceso, habiendo intereses mucho mas importantes para nuestro país, y que desgraciadamente dejamos pasar sin haber hecho lo suficiente, ya que el tiempo y las oportunidades perdidas no vuelven mas. La catacumba realidad peruana es la de ser débil es aspectos puramente sociales y de trascendencia social, como los que recientemente acaecieron, olvidamos nuestras importantes importancias para desviar nuestra concentración en temas puramente pasajeros y fortuitos, y es que talvez sigamos sufriendo de las enfermedad a la que nos atrevemos llamar “parálisis social”; lo que nos sucedió no nos debe ya suceder, y que la lección que aprendimos quede en nosotros. Para terminar quisiera referirme a un hecho reciente - y esto demuestra nuestra triste e infeliz realidad – y casual. Una tarde, cuando transitábamos con un compañero de la universidad por alguna de las calles de la ciudad, vimos a un hombre en estado no ecuánime, pidiendo la atención de un estudiante – nosotros suponemos de algún centro superior -, y le pregunto: ¿Cuántos años de independencia cumple este año el Perú? Aquel estudiante quedo anonadado y sin palabras ¿Por qué? No lo sabemos, usted tiene la respuesta.
Escribe: Jesús Mojo López

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