Cesar Vallejo: Las peripecias del poeta universal

Cuando se habla de Vallejo, lo primero que salta en el recuerdo y la imaginación, es su formidable poesía, su inagotable lucha por superar los retos de la vida, pero, ¿Quién imaginaria a Vallejo completamente pobre, rogando a un amigo para que le proporcione algo de dinero? ¿Quién imaginaria a Vallejo durmiendo en un hotel gratuitamente para luego acabar siendo desalojado y echado a la calle para terminar durmiendo en la intemperie? ¿Quién imaginaria a Vallejo en su desesperación por obtener una beca universitaria otorgada por parte del gobierno Español? ¿Quién imaginaria a Vallejo esperando un dinerito - como él dice – “cuando el hambre llegaba ya a ser insoportable[1]”? ¿Quién imaginaria a Vallejo hablando muy amenamente con Haya de la Torre en Paris? ¿Quién imaginaria a Vallejo preocupado por la condena a 3 años que le impusieron a José Santos Chocano? ¿Quién imaginaria a Vallejo diciendo “Mi vida no me sirve ni a mí, ni a nadie[2].”? ¿Quién imaginaria a Vallejo planeando en la ciudad luz (Paris) editar una revista? En fin, hay muchas cosas más que no sabemos de Vallejo, aunque poco nos importe la vida privada del poeta, pues es imprescindible saberlo, ya que es allí, en las peripecias de su vida, en los golpes que ella lo asesto, en sus sufrimientos, en sus apuros y desesperaciones, donde está la materia prima de sus creaciones poéticas profundas y originales.
Vallejo había nacido el miércoles 16 de marzo de 1892, en ese entonces gobernada el Perú, el militar Remigio Morales Bermúdez abuelo del también futuro presidente Francisco Morales Bermúdez. En sus primeros años se había caracterizado por ser un niño inquisitivo, aunque secretamente tímido y retraído como había contado a Georgette Marie Philippart Travers, su esposa que después de la muerte del poeta llegaría a Santiago de Chuco, y en una entrevista se había decidido a hablar los pormenores de su relación con el poeta. A los 20 años, Vallejo entra a trabajar a la hacienda azucarera “Roma” donde presencia con profunda tristeza la explotación del indio, y un poco antes a los 18 años, había tomado contacto con la pésima realidad de los trabajadores de la minera “Quiruvilca”, es allí donde el joven Vallejo, va contrastando la penosa realidad de la vida y su bajezas, pero al mismo tiempo va acumulando toda esa nostalgia para luego plasmarlo en su poesía, y esencialmente esta última experiencia le es la fuente primaria de su futura novela “El tungsteno”.
A los 25 años se embarca a Lima, y es allí donde conoce a los más grandes intelectuales de la época, como Gonzales Prada, Abraham Valdelomar, José Carlos Mariátegui, José María Eguren, al año siguiente, 1918, ya no está más su madre en este mundo, dos años después viaja para visitar la tumba de su madre en su natal Santiago donde es detenido y encarcelado 112 días, pero justamente la cárcel fue el lugar donde escribió la mayoría de los poemas de “Trilce”.
Finalmente, el domingo 17 de junio de 1923 acabaría la travesía Peruana, del cual nunca más será parte. El vapor Oroya lo lleva a Paris, ciudad donde siempre soñó estar.
El profundo humanismo de Vallejo, la compasión por el hombre, nace justamente en sus sufrimientos. Cuando llega a Paris, se asombra de su grandeza y su beldad, pero debía de ser difícil vivir allí sino se tenía los recursos suficientes como era su caso, pero el ingenioso poeta se las arreglo entablando numerosas amistades, las cuales le fueron de una singular ayuda para el futuro.
Mucha gente piensa que Vallejo era permanentemente un hombre triste y hosco, pues no lo fue, si bien vivió una vida de apuros y desesperaciones, esto no implica que no haya sido un hombre sibarita, lo fue sin duda; basándose solamente en su poesía exterior se ha creado un Vallejo constantemente necesitado y por consiguiente pobre. Además, mucha gente piensa que Vallejo nunca más tuvo las intenciones de volver al Perú, eso no es cierto, en una de sus cartas a Pablo Abril, llega a decir: “Cómo es posible que yo siga en París, contra viento y marea, y que siga fuera del Perú, contra viento y marea, toda probabilidad de miseria queda descontada, y toda adversidad de la vida. No conozco los caminos que llevan a la comodidad y a la dicha; y nunca los he recorrido. Así pues, todo está muy bien como esta, y, sobre todo, como es.”
Vallejo era una persona humana, profundamente sensible; en casi la mayoría de sus cartas a Pablo de Abril, le pide perdón por las cosas más sencillas, por los que los seres humanos comunes no seriamos capaces de ofrecerlo, ya que los consideraríamos sucesos comunes y cotidianos.
En 1927, Vallejo asume el Marxismo como una ideología formidable, es entonces cuando declara: “Voy sintiéndome revolucionario por experiencia vivida más que por ideas aprendidas”, es entonces cuando viaja a Moscú (Rusia) para ver en la práctica las ideas Marxistas; quizá el origen de esta su inclinación se halle en las azarosas realidades de su lejana patria que era el Perú, el sufrimiento de los pobres que son explotados por los hacendados, las miserias de los mineros que se funden en el fondo de las vetas, y es que era tanta la crueldad hacia la clase trabajadora de la cual fue parte también. Fruto del entendimiento del Marxismo, nace su cuento mas logrado, “Paco Yunque” que en su primer intento por publicarlo es rechazado; este cuento es un perfecto ejemplo de lo que es la idea del Comunismo, el Burgués (Humberto Grieve) contra el proletariado (Paco Yunque).
En 1936 estalla la guerra civil en España, del cual se hace partícipe directo escribiendo para diferentes revistas siempre defendiendo fervientemente la causa popular; es allí donde finalmente entiende que la muerte individual no existe, este solo es un casual accidente, solo cuando los hombres siente como suyo el dolor ajeno la muerte puede ser vencida, toda esta visión está plasmada en su inmortal poema “Masa”. En 1937, Vallejo asiste como representante del Perú al congreso de escritores antifascistas, visita Barcelona, Valencia, Jaén y el frente en Madrid, y es justamente allí donde conoce a grandes de la literatura, como Pablo Neruda, Octavio Paz, Antonio machado, Rafael Alberti, John Dos Passos, Ernest Hemingway, y André Maurois.
A pesar de su aparente formidable estabilidad física, Vallejo fue como todos los hombres, un hombre débil ante la adversidad de la existencia, tuvo también el cuerpo de todos los hombres, débil ante las súbitas enfermedades, estaba constantemente alojado sobre una cama, días y días, luchando por superar los retos de un hombre que pareciera estar condenado a vivir enfermo y agotado.
El 24 de marzo de 1938, es internado por última vez, esta sería su última batalla contra esa vida que había sido su inseparable adversaria; en realidad no se supo hasta mucho después el origen de esta desconocida enfermedad, era pues, la reactivación del paludismo que había sufrido de niño.
A las 9:30 a.m. del viernes 15 de abril de 1938 “Cesar Vallejo ha muerto, le pegaban todos sin que él les haga nada; le daban duro con un palo y duro también con una soga; son testigos los días jueves y los humeros, la soledad, la lluvia, los caminos…” Murió un viernes, y no un jueves como a él le hubiera gustado morirse.
Han pasado 71 primaveras desde su muerte, y su grandeza crece cada día más. ¿Qué es hoy Vallejo entre nosotros? Lo que Vallejo simboliza, es la grandeza de la poesía peruana, si bien el Perú no tiene aun un premio nobel, muy cómodamente lo pudo haberlo obtenido Vallejo. En el exterior somos conocidos en el siglo XX, por dos peruanos destacadísimos, uno es indudablemente Vallejo, el otro es José Carlo Mariátegui. A opinión de muchos historiadores Peruanos, se repite lo mismo, ¿Quiénes son los peruanos más destacados de la historia? Los dos peruanos antes mencionados ocupan los dos primeros lugares. Es en ese sentido que Vallejo seguirá siendo a través de los tiempos símbolo de la Peruanidad, representante de las letras Peruanas en el mundo, y sobre todo seguirá siendo para nosotros, el poeta que descubrió los más hondo de los hombres, que es el sufrimiento, el dolor, sus tristezas, sus decaimientos.
[1] 114 cartas de Cesar Vallejo a Pablo abril de Vivero, Pag 77, Lima, 1975.
[2] Carta manuscrita de Vallejo a Pablo abril del 31 de enero de १९२५।

Escribe: Jesús Mojo López

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