Escribe: Jesús Mojo López
Hace dos horas que la esperaba, inmóvil como una roca, apoyada al umbral de una baranda metálica, escuchando el sonido de las aguas al golpear la orilla pedregosa. Las pequeñas embarcaciones se cabeceaban las unas a las otras; enajenados y bruscos, aquello debió ser un espectáculo.
- ¿Qué habrá sucedido? Debió llegar pronto – dijo, dirigiéndose al espacio vació.
Cuando supo que no llegaría jamás, abandono el muelle, pensando en aquella mujer, con sus pasos lentos y seguros, cabizbajo y una mirada fija en el suelo.
Mas tarde, llamaron insistentemente al teléfono, no quiso contestar pensando que seria ella, era una sencilla forma de mostrar su molestia.
Al fin contesto.
- Karen murió esta mañana en el hospital – .Dijo una voz femenina al otro lado del teléfono.
Desde aquella tarde no se tuvo noticia del muchacho; lo buscaron, por ríos, quebradas, cementerios, hospitales, sanatorios, reclusorios; mas nunca lo hallaron.
Muchos años mas tarde, en la reconstrucción del cementerio general, los obreros encontraron dos esqueletos rigurosamente abrazados, el uno al otro, a tal punto que al tratar de separarlos los huesos se desarticularon en un pestañeo.
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