Escribe: Jesús Mojo López
Un día después de las elecciones, Elard Chaiña salio de su habitación y con toda prisa se dirigió al puesto de periódicos, al llegar leyó las portadas de los principales periódicos bolivianos “de cocalero a presidente” “Evo nuevo presidente” “en la historia: primer presidente indígena en Bolivia” “Evo gano con el 53.7%”.
Sonrió atontado, y si saber que expresar. Él era como el 53.7% de los electores, había tomado la mejor decisión, había votado por Evo. Respiro hondo y dijo:
- Hoy empieza la historia de la nueva Bolivia india
Mas tarde y mas serenado, llamo a su madre longeva.
- Madre, mi amigo de la infancia llego a ser presidente ¿Te acuerdas de Evo, el niño que una vez rompió mi trompo en la escuela de Isallavi y tú nunca me quisiste comprarme otro? ¿Te acuerdas madre?
- ¿Evo? ¿El niño que una vez te rompió el bolso en la escuela?
- Si madre, él mismo – dijo Elard, con una emoción profunda.
Al instante la madre lloraba al otro lado del teléfono.
- ¿Qué pasa madre? – dijo
- No lo entenderías.
- ¿Por que lloras madre?
- Nunca pensé que un niño como él también llegaría a ser presidente, siempre creció en la miseria al igual que nosotros, pero míralo ahora es presidente. No estoy dispuesta a creerlo. ¡No hijo mió, dime que esto no es verdad!
- Esto es verdad madre; por fin un indio como nosotros es presidente.
- ¡Tanto tiempo ha pasado! – dijo la madre y colgó.
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